domingo, 25 de septiembre de 2011

Gente que se dice cosas


Primer domingo de otoño.
Después de la lluvia de ayer, desde el tanatorio, la ciudad está resplandeciente bajo el sol aún caliente de esta estación principiante.
En el mar al fondo, brillan los barcos.
Hay muchísima gente.

De repente, sin avisar, ha muerto un hombre joven que conocía.
Sobretodo conozco a su mujer.
Es alguien muy importante para una amiga que quiero mucho y además me cae muy bien, y eso me basta.
Me alegro mucho de haber ido.

A lo largo de una ceremonia laica, algo caótica, pero muy emotiva y simpática, amigos, vecinos, hermanos, hijos, mujer han dicho lo que sentían por él y por su muerte: palabras emocionantes y emocionadas sobre un hombre esencialmente bueno, un amigo, un padre, un amante.
Raras veces he oído cosas tan justas y tan hermosamente dichas.
Sin caer en ningún momento en la cursileria, cada uno a su manera, todos al borde del llanto o francamente rendidos a él, han conseguido trasmitirnos algo tan difícil como es la medida de lo que realmente vale la pena e importa.
La medida de la humanidad de una persona.

Todo lo que han dicho ha sido emocionante.
Me ha gustado especialmente su hija.
Dándole las gracias, con una lista preciosa, por todo lo que durante años había hecho por ella: todos los festivales del colegio a los que no había faltado, todas las veces que le había dicho que era la más guapa y la más lista del mundo, todas...
Y su hijo, haciéndose el valiente, un chico estupendo...
Y especialmente emocionante, su mujer, una persona con un físico aparentemente tan frágil, que parece a punto de romperse, pero aún con fuerzas para explicar y compartir con todos nosotros, todo ese dolor, todo ese amor...
Ha sido una despedida preciosa de una persona casi desconocida para mi, pero ya seguro que de alguien del que me hubiera gustado ser pariente, vecina, amiga...

Y es que, las cosas, los sentimientos, las emociones hacia quién quieres, hay que decírselas continuamente, antes de que sea demasiado tarde.
Hay que ponerse pesado, que no se queden sin expresar, que no se den por sabidas, que no te quede ningún "te quiero" ahí dentro, enquistado.
Es tan importante en esta vida a veces tan absurda y difícil llevar ese equipaje de amor.

Hay que decirse todas esas cosas, cosas como las que se han dicho esta gente que he conocido hoy:
una familia estupenda que se dice cosas y además no les da vergüenza que los demás les oigan...



4 comentarios:

  1. Me gusta tener una vecina con mala leche cuando es necesario (demasiadas veces pero no es culpa suya) y adorable a la vez.

    Es cierto, debemos decirlo constantemente antes que sea demasiado tarde.

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  2. Galderich, ahora tú me has emocionado a mi...
    y, por cierto, supongo que ya lo sabes, que para mi, siempre serás una persona especial.

    Voy a volverme como aquella señora de los abrazos, ya empiezo a coger la forma...

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  3. Querida Vecina:

    Te quiero. Latia

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  4. Querida Latia, yo también te quiero!!

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