sábado, 31 de julio de 2010

Para que sirve el verano...


No tengo fuerza de voluntad: dije que no escribiría, y aquí estoy escribiendo tonterías una vez más.
Es que la lectura de la prensa siempre me sugiere temas.
En el suplemento de mi periódico de hoy, gente variada habla de sus vacaciones míticas, comparadas con las actuales.
He leído en diagonal,-como hago siempre-, para ver si me interesaba, y me he quedado colgada de lo que explicaba un director de cine, un tal Mariano Barroso, padre separado, que se llevaba a sus dos hijos de vacaciones a Ibiza con una misión:
"Construir recuerdos".
Está muy bien dicho, ya que se trata precisamente de eso.
El fin último de las vacaciones es construir recuerdos, diferenciar los años unos de otros.
La mayoría de la gente tiene o tenemos, vidas, en que los días se suceden sin grandes cambios, en un patrón que se va repitiendo mes tras mes, año tras año, vamos de casa al trabajo y del trabajo a casa. La familia, los amigos, los vecinos, no cambian.
El verano y las vacaciones, forman parte del patrón, pero sólo pasan una vez al año y suelen ser lo suficientemente prolongadas y alejadas de las anteriores para diferenciarlas fácilmente.
Para algunos vacacionar consiste en viajar lo más lejos posible, batir el récord de lugares, museos o monumentos visitados y, por supuesto, fotografiados. Para otros es no hacer nada, sestear debajo de un pino o una sombrilla y como mucho, leer algún libro e ir a algún concierto y cenar con amigos a los que no ves el resto del año.
Cuando eres niño no necesitas ir muy lejos ni a sitios muy sofisticados, basta un pueblo y un poco de libertad para que el verano se convierta con el tiempo en algo mítico.
Mis hijas recuerdan los juegos en las rocas de las playas donde han ido desde niñas, como una aventura interminable, algo para atesorar.
Como unas pequeñas Robinsones, se pasaban horas jugando a juegos de los que sólo ellas sabían el reglamento y la ejecución.
Yo recuerdo el polvo en suspensión, en el rayo de sol que se filtraba, en la habitación dónde me escondía para leer durante las interminables horas de la siesta, en el pueblo guipuzcoano de mi padre en que pasábamos los larguísimos veranos de mi niñez.

Era en el 65 y tenía 10 años.
Cuando eres mayor, ya depende de la madurez y circunstancias de cada uno hacer del verano lo que en realidad creo que es.
Algo que nos aleje de la muerte, de una existencia plana.
Recuerdos para llenar unas vidas que a veces, no tienen mucho sentido.
Construir recuerdos...es a lo que deberíamos dedicarnos.

Espero que los niños de Mariano tengan un montón.

miércoles, 28 de julio de 2010

Nada que decir...


Hace días que estoy callada y no escribo, y seguramente pensaréis que es que me he ido por ahí de vacaciones, que estoy desconectada del ciberespacio, pasando de mis blogs y el caso es que, pasando..., si que estoy pasando un poquitín, pero por fuerza mayor, no os creáis...que es que hace un calor en Barcelona ( porque vuelvo a estar en Barcelona y a estas alturas del verano, ya me he quedado sin trozo de arena...) que tengo el cerebro ya reblandecido y si que se me ocurren temas diversos , si...pero no paso del titulo...¡me da todo una pereza de muerte!...que si esto, ¡huy que tema mas plasta....!, que si lo otro....¡que muermazo...!
Es que además, debéis de estar igual que yo, con muy poca concentración en nada, por lo tanto no sé si durante el mes de agosto, voy a escribir algo...
Puede que si o puede que no.
Total, a quién le importa.
Y es que tengo un día casi tan tonto cómo éstos de la peliculita.
Estoy por pedir una subvención en este ministerio.

miércoles, 14 de julio de 2010

Madres


Las playas de este pueblo de la costa brava que frecuento son pequeñitas y enganchadas una a otra como cuentas en un collar.
Tengo que confesar que a mí que me he criado en las grandiosas playas del cantábrico, me encantan las calas pequeñas y solitarias.
Las conozco maravillosas, sin irse muy lejos, en las Baleares, o las que descubrí el año pasado en las islas Eolias, pero con las calas urbanas de este pueblo, tengo una especie de adicción.
Es cómodo: estás en casa, te levantas y dices,-me voy a dar un baño-, y te lo das.
Sin coger el coche, sin casi planearlo…encima te puedes tomar un café, y comprar los periódicos, los tomates y el melón casi de pasada.
A la hora que yo bajo hay poca gente y el agua está para estrenar: muy fría, pero buena y muy limpia, toda llena de peces.
Tendría que bañarme e irme pero como bajo con el libro y la sombrilla, me voy quedando. Baja uno, baja otro y así me va pasando la mañana, en la observación y en la conversación.
De los diversos tipos de personas que observo hay algunas que consiguen ponerme los nervios de punta:
Hay unos que son los que yo llamo “padres motivados”.
Suelen ser preferentemente madres.
Llegan temprano, cargados de montones de cosas: la supersónica silla del niño/a, la sombrilla, el sombrerito, el cargamento de juguetes de colorines, la bolsa con el montón de cremas para embadurnar a la criatura y que no se les queme, más los zumos, biberones, galletitas o potitos que tenga que tomar para no deshidratarse, y las toallas, una bañera de plástico para que vaya practicando antes de meterle en el agua que está muy fría, un flotador patito o manguitos o burbuja o todo a la vez para que no se ahogue, la cámara de fotos o la cámara de vídeo o ambas para inmortalizar ese baño histórico…en fin, que todo eso no tendría ninguna importancia de no tener que aguantar a la fantástica “madre motivada” explicando prolijamente a su hijo para que sirve todo ello y dónde se lo va a poner la mamá a la monada de su criatura:
-“Mira, Mariona, ahora pondremos un poquito de crema en la barriguita, en la naricita…y en los piececitos...y mira, Mariona, mamá también se pondrá la cremita…y Mariona, no molestes a esta señora , ten cuidado, Mariona…y mira Mariona, también le pondremos cremita a papá en la espaldita…y mira Mariona, antes de meternos en el agüita, extenderemos las toallitas y ¡mira que conchita más chiquitina y bonita ha encontrado tu mamaíta…! Y ahora, Mariona, tomaremos un poco de zumito y un mordisquito del bocadillito de jamoncito que está muy rico…y ten cuidado Mariona, no tires agua en la toalla de esta señora, Mariona…-perdone, eh, los niños ya se sabe-…a ver Mariona, -mírame Mariona-, que le mandaremos una foto a la abuelita…”-

Así, toda la mañana…

Estos padres motivados también te intentan implicar en su conversación y en su admiración por haber tenido un hijo tan especial.
Te imponen su paternidad orgullosa sin ningún miramiento.
Con el segundo, si es que llegan a tenerlo, van perdiendo gran parte del impulso y a éste ya lo ven casi normal.

Me agotan.
Creo que prefiero la especie abuela gritona.

No sé si cuando tenía mis crías pequeñas era tan plasta, probablemente si, por lo que quisiera pedir disculpas aunque sea tarde, por si he arruinado a alguien una mañana de playa.
De verdad y humildemente lo digo.

domingo, 11 de julio de 2010

Movidas playeras...


Un grupo que se colocaba siempre en el centro de la playa, han decidido cambiarse de sitio y desplazarse hacia la izquierda, a nuestra zona.
Como son sección jubilados, bajan hacia las 9, o antes, y no tienen competencia; se apropian de prácticamente toda nuestra área, muy mermada de arena este año por sucesivos temporales.
Además se van tarde por lo que están causando francas molestias al resto de usuarios, que ya teníamos más o menos definida la zona.
No se les puede reclamar porque evidentemente la playa es del primero que llega y quedaría fatal quejarse por la ocupación, ya que somos gente más o menos civilizada. Se les mira disimuladamente mal, eso si.
Este hecho ha provocado una serie de movimientos del resto de usuarios que ya habíamos llegado a acuerdos no escritos de cómo repartirnos el espacio en función de la hora en que llegábamos.
Yo no suelo tener grandes problemas ya que me encanta bajar muy pronto a la playa y voy surtida de unos cuantos pareos que coloco a mi alrededor como quién no quiere la cosa, delimitando de algún modo mi espacio y el de los amigos que van llegando, lo que pasa es que no consigo llegar a la hora de los invasores y como son un montón, me he quedado prácticamente marginada en el lado más incómodo, entre piedras traicioneras para los pies, que no acabas de ver, ya que se esconden en las arena.
Me preguntaba por qué habían abandonado un sitio que ocupaban durante tantos años, sin encontrar ninguna razón lógica. Hoy lo he descubierto.
A uno de los matrimonios, el verano pasado ya vi que le faltaba la mujer. Era una señora mayor pero aún estupenda y me fijaba en ellos porque habitualmente paseaban por la orilla, dentro del agua, en una especie de gimnasia domestica que repetían una y otra vez y que les conservaba unas piernas envidiables…
Pensé que ella había muerto y me dio cierta pena aún sin conocerla, pero este verano he visto que él se consuela con otra jubilada del mismo estilo y muy buena facha y que va presentando al resto del grupo y afines a medida que van llegando.
Ayer descubrí por el método de enfocar ligeramente la antena, que la esposa no está muerta, sino que se han separado y que ella, está tan llena de ira hacia el exmarido, que no consiguen ponerse de acuerdo en nada de nada: ni en el piso de Barcelona, ni en el apartamento de la Costa Brava, ni en la casa de la Cerdanya, y que el único hijo de la pareja , ya casado y padre de familia, está en el medio de esa guerra con cara de circunstancias y recibiendo por los dos lados y que cuando se es insensato da lo mismo tener 30 que 70…y que, claro, se han cambiado de sitio huyendo de unos bañistas mas afines a la esposa enfurecida y arrastrando a los amigos….
Pues vaya, este divorcio va a provocar muy mal rollo en mi playa.
Para postre otra agraviada, indignada por no poder incrustar su toalla entre unos y otros, y ya de muy mal café desde hace días, por no saber decir a sus hijos que no le daba la gana de ocuparse de sus nietos el mes de julio, nos ha estado informando ( a gritos) a todos los de alrededor y durante largo rato, de lo muy maleducados que están los susodichos (culpa de la nuera seguramente) y entre grito y grito ha conseguido ponerse de acuerdo con otra abuela acalorada con los usurpadores, con sus nietos, y con el mundo en general…
Yo miraba al infinito porque tengo comprobado y experimentado, que son de esas personas que te incluyen en su conversación (si es que se puede decir eso de un monólogo) y si por un segundo eres débil y les miras te ves inmersa en ella quieras o no, y ves a saber dónde te pueden llevar en su insensata argumentación…
Todo es muy entretenido pero algo peligroso…